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Saturday, October 31, 2009

Eudaimonía / Makaría

Al final de la Ética Aristóteles explica en pocas palabras nada menos que el fin de las cosas humanas. El propósito principal. Eudaimonía no es un hábito ni una disposición, sino una actividad. La describe utilizando tres conceptos: 1) poíesis, producción, una actividad que termina en una obra. 2) práxis, una actividad cuyo fin no es algo distinto de ella, sino ella misma, como tocar la flauta. 3) theoría, visión o lo visto. Nunca me ha convencido una descripción de la felicidad que no pusiera en su centro una actividad.

Monday, October 26, 2009

Suspenso

Mientras apagaba la luz me volví a acordar del propósito incumplido. Leí la pregunta en un libro escolar. Escondida entre otras muy simples. Describe qué es para ti un día bien vivido. Me parece dudar más que los demás sobre las raciones de los populares ingredientes alegría, bienestar y placer. No llego mucho más allá. Apenas a la altura de un niño de once años con casi todo por aprender.

Friday, October 23, 2009

No bailado

Porque tengo aquí, en esta perlita isla cubana, tan dulce y tan picante, fama de poetisa erótica. Lo cual no es cierto, pero bueno... Por algún motivo existe una mitología en torno a mi nombre: tengo muchos amantes, según la gente; he tenido una vida deliciosa, que ojalá hubiera tenido, y muchas otras cosas. Pero yo les juro que soy absolutamente seria, qué pena ¿verdad? (Carilda Oliver, 1997)

Tuesday, October 20, 2009

Ascendidos

HimalayaLa construcción de colegios y centros médicos me ha aportado mayor satisfacción que dejar una huella en las montañas. [...] Mientras no creyeses en toda aquella basura sobre uno mismo, no saldrías muy perjudicado. Sentir que las has conquistado es una presunción. (Sir John Hunt sobre el éxito tras su expedición al Everest con Hillary)

Occidente trajo algunos cambios. Chomolungma, el nombre local de la montaña, era mucho menos mediático. A los numerosos intentos anteriores les acompañó una suerte menor. Los que se midieron con las colosales montañas y los elementos no se sentían precisamente grandes. El habitual jefe de los sherpas desde los años treinta, Tenzig Norgay, no cumplía los requisitos para el nombramiento de Sir por Isabel II.