
Dios mío, confío en ti.
Que él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta,
te cubrirá con sus plumas,
te refugiará bajo sus alas.
(salmo 91)
David acierta al usar una imagen maternal como invitación a desprenderse de la angustia. Promete algo inmenso. Salvación del terror, de la impotencia, de la muerte, de los poderes oscuros, del caos y del sinsentido.