Nunca tarda demasiado en llegar un triste acontecimiento que nos recuerda nuestra vulnerabilidad. Por un tiempo disminuye nuestro interés por incrementar el dinero, el éxito, la salud, juventud, belleza... y alcanzamos una serena conformidad reposando entre las luces y las sombras. Casi sin que nos demos cuenta el infatigable motor de los deseos nos vuelve a poner en marcha hacia mayores aspiraciones.
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