Donde no percibas ningún lamento sobre la mortalidad y sobre la condición de miseria del hombre, tampoco sentirás ningún canto en alabanza de los dioses inmortales y felices. Solamente cuando el agua de las lágrimas del corazón humano se evapora hasta el cielo de la fantasía, da origen a la formación nebulosa del ser divino. (Ludwig Feuerbach,
La esencia de la religión)
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