Algo se encargaba de mantener a la magia y la ensoñación dentro de unos límites. En aquellas cenas de Nochebuena siempre advertía señales de otra realidad. Se recordaba la existencia de los niños
que pasan hambre y frío esta noche. Se evitaba transmitir cualquier malestar. Se eludía cualquier mención a asuntos que pudieran resultar conflictivos.
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