
Contemplarás desde lo alto de la divina paz, las infinitas consecuencias de tus actos. Al precio de algunas horas de sufrimiento, que no han podido nada contra tu ánimo, has comprado la más completa inmortalidad. ¡Para millares de años, el mundo se edificará sobre ti! Bandera de nuestras contradicciones, tú serás el signo en cuyo derredor se librará la más ardiente batalla. Mil veces más vivo, mil veces más amado después de tu muerte que durante los días de tu estancia entre nosotros, llegarás a ser hasta tal punto la piedra angular de la Humanidad que arrancar tu nombre de este mundo sería estremecerlo hasta sus cimientos. (Renán)