Nuestro descaro -no es una palabra demasiado fuerte- para con los mongólicos y otros no tiene que ver con la calidad de su vida, pues son felices la mayoría de las veces, sino con el gen que provoca su presencia. (Claude Sureau, L'embryon: une entité spécifique?)
En las elecciones trascendentes hay que dudar doblemente de las opciones que tientan por su comodidad. Las razones egoístas se disfrazan y se ocultan en el camino que busca un mundo mejor. La lucha contra la enfermedad que no descarte el nacimiento de Toulouse-Lautrec o Stephen Hawkins es legítima.
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