¡Benditos mil veces los cañones que, sobre el haz de la espantada tierra, van forjando compactas las naciones en el sonante yunque de la guerra! (Federico Balart, 1831-1905)
Aunque su madre no tenía ninguna culpa se me pudo oír nombrarla haciendo referencia a un antiguo oficio. Los descendientes de Caín nacemos todos inocentes y sin conciencia de patria. La parte que debe disculpas viene después. Los menos conscientes de las consecuencias de sus actos son los primeros en encontrar razones para abrir fuego y los últimos en parar.
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